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SEIS GRADOS DE SEPARACIÓN
CERO Y Facebook ahora se llama Meta. Desarrollará un mundo virtual, el metaverso, tan parecido al de Ready Player One que, hoy, esa película de Spielberg parece apenas el trailer de un futuro que ya llegó. (Todo un palo, ya lo ves).
Mark Zuckerberg pretende que su metaverso sea poco menos (literalmente poco menos) que el escenario en el que vivimos nuestras vidas. Acudiremos a él para relacionarnos, para entretenernos, para trabajar, para estudiar. (Y para comprar, por supuesto). Con sólo unos lentes de realidad virtual y conexión a Internet, el usuario podrá sumergirse en ese universo paralelo que promete conmocionar nuestra existencia. El sucker de Zuckerberg construye una comunidad a medida de sus intereses: mirá si, en vez de reírse con que su meta-verso es meternos el verso, alguien entre nosotros los buenos, los vivos, los que desde la otra cuadra le vemos las costuras a esta trampa cazabobos, se pusiera a trabajar en construir alternativas comunitarias menos nocivas. Pero justo ahora no, porque este vino blanco frío está riquísimo y tengo que escribir estas líneas.
UNO Hay un cuento de James Ballard, Report from an Obscure Planet, cuyo argumento es el siguiente: los ET llegan a la Tierra obedeciendo una llamada de auxilio y se encuentra con que ya no queda nadie vivo, pero porque DANGER ALERT la Inteligencia Artificial desarrollada por los humanos dedujo que somos dañinos, que somos el virus del que habla el Agente Smith en la única Matrix que vale la pena, y esa IA nos SEDUJO A TRANSFERIRNOS A UNA VIDA VIRTUAL Y ENTONCES ACTIVÓ EL COMANDO DELETE ALL. ENTENDÉS, SUCKERBERG.
DOS Mar del Plata en un día ventoso, o sea casi todos los días, me hace acordar mucho a Ballard: en el sentido de que hay más arena que en un cuento del gran escritor inglés. Arena en los zapatos, diría Juan Sasturain; arena en las rabas picadas a cincuenta metros del mar, diría un mecánico dental que calcula que el desgaste consiguiente le garantiza trabajo por décadas. La ciudad en la que, mientras medio país padece la tortura de temperaturas bien arriba de los treinta grados en el mero octubre, todavía se puede vivir con normalidad y hasta tener reuniones de trabajo en bares al aire libre sin transpirar como un esclavo. O tomarse unas merecidas vacaciones de... bueno, de lo que esté haciendo Elisa Carrió en estos meses. La Elisa Carrió que dijo que no acompañaba a Mauricio Macri a declarar ante la Justicia en los tribunales de Dolores porque “yo con 40 grados no voy a ningún lado”. Salvo a Mar del Plata. Como Chávez, Bush, Tabaré Vázquez, Lula, Néstor Kirchner, que vinieron a La Feliz, previo paso por algún local de Havanna, a las exequias del ALCA, el Tratado de Libre Comercio de las Américas. La cumbre que hundió al ALCA, fíjese usted qué simetría.
TRES Hay otra cumbre en Roma en estos días, la del G-20. Las veinte naciones más poderosas del mundo, a juzgar por el PBI de cada una de ellas al momento en que el grupo se fundó, hace dos décadas. Hoy en ese ranking Argentina no clasificaría, en buena medida porque Macri y Carrió nos sedujeron para transferirnos a una vida virtual en una Revolución de la Alegría puramente virtual y entonces activaron el comando delete all. Sí entraría Facebook, si fuera una nación. Por lo pronto tiene algunas de las características de una nación en serio: recursos económicos, políticos, discursivos, aplicados por su liderazgo en pos de un objetivo. Millones de clientes de semejante buzón a los que podemos llamar sus ciudadanos, también. Meta verso, sí, pero otros ni eso.
CUATRO Y así en Roma se encuentran Angela Merkel y Biden, y Bolsonaro y Boris Johnson, y Alberto Fernández y Macron, y Staviski con Don Bosco y la Mignon, y Don Chicho y Napoleón, y Carnera y San Martín. Casi como los homenajes simultáneos (!) a Charly García de la semana pasada: uno en el CCK organizado por el gobierno nacional y otro en el Teatro Colón producido por el del la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, como si estuviéramos en el siglo XIX y el estatus político y jurídico de la ciudad junto al río inmóvil no se hubiera definido aún. (Producción: chequear si no estamos en el siglo XIX). Presencias consagradas seguidas por otras mal conocidas por el gran público, la interpretación que nos descubre a un artista al que debiéramos prestarle atención tras otra en la que desearíamos que nos cubriera la arena de un cuento de Ballard, y luego nos tapara el celofán al que el propio Charly se refería en esa proclama suya de que, mientras mira las nuevas olas, él ya es parte del mar. Tanto como lo es su gran y mejor discípulo Fito Páez: el único artista argentino vivo al que le daba el cuero para ponerse al hombro el por momentos genial homenaje del Teatro Colón. Fito Páez, el hijo de Charly García con Nito Mestre, como lo definiera inmortalmente Luca Prodan en 1985.
CINCO "¿Gallardo? Hijo de Carlos Bianchi" dijo hace unos días el Patrón Jorge Bermúdez en alguno de los segmentos de ese talk show que transmite casi en continuado la señal ESPN Bover. Chicana hija de las derrotas en serie de estos felices años riverplatenses ¿no? y que las esconde muy mal. ¿De quién es hijo futbolístico el Muñeco Gallardo? En River ya ni el enorme, inolvidable Ángel Labruna puede sostener la comparación, por más que el Muñeco lo homenajee vistiendo esa corbata que distinguía al Feo en los años en que lideraba a Alonso, Fillol, Jota Jota, Perfumo, Luque, Passarella. Tal vez el Gran Capitán, el Muy Buen Entrenador, el Pésimo Presidente pueda ser considerado uno de los padres: por la voracidad ofensiva, la ferocidad para presionar al rival, los planteos adaptados a fortalezas y debilidades percibidas en el adversario, la ocasional falta táctica cuando hay riesgo de quedar desbalanceados en defensa. El otro es, cómo no, Marcelo Bielsa: no debe haber jugador que haya sido dirigido por el rosarino que no le deba la idea de lo que es ser un entrenador. Algunos tal vez hasta hayan aprendido más de sus defectos que de sus virtudes. Un caso parecido de paternidad conceptual evidente pasa con los discípulos de Bianchi, el clon argentino de Larry David.
SEIS Esta semana volvió Larry David. En esta nueva temporada amenaza con asestarnos los entretelones de una serie para Netflix inspirada en su juventud. El brillante chiste acerca del comité que, hoy, una cadena se da a sí misma para definir qué proyectos apoyar es tan sutil que no merece ser destacado, no vaya a ser que quienes entendieron la corrección política como una excusa para ejercer la superioridad moral se den cuenta de lo que se les pasó frente a sus narices.
Larry David como creador, productor y libretista de una serie en que Larry David interpreta a... Larry David. Una versión de Larry David peor que Larry David, además. ¿Hay alguien en Argentina que se atreva a burlarse de sí mismo de esta manera? Por la cantidad de dólares que Larry se embolsa cada temporada tal vez haya varios; por la cantidad de dólares que la menesterosa TV argentina puede pagar, creo que nadie, si el cielo es tan azul pintado / un decorado, vidrio, cartón y aserrín. ¿Qué me gustaría ver a mí, ya que al menos eso es gratis hasta ahora, mientras este Suckerberg no tenga algo que decir al respecto? Una serie acerca de Mirtha Legrand y su familia, interpretada por Mirtha Legrand y su familia. Mirtha siendo la vieja maligna como un cáncer que todos sabemos es, rodeada por esos orcos huidos de Mordor que son sus nietos. Y una mesa con Macri y Carrió y Suckerberg, pobres millonarios que se pueden encontrar, y meta verso, meta verso.
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