TENEMOS CAMPEONES
Y cerró este hermoso mes de competencia mundial desdoblada entre Europa y América y tenemos campeones continentales, y si se quiere semifinalistas de esta Copa del Mundo 2024, que venimos siguiendo desde aquí y aquí.
España fue más que un gran campeón europeo, fue un campeón irreprochable, indiscutible, un campeón soñado. Ganó los siete partidos, entre ellos los cuatro contra campeones mundiales: Italia y en sucesión Alemania, Francia e Inglaterra. Tuvo a Rodri, el mejor futbolista de la competición, y a Lamine Yamal, la revelación, y también a jugadores en altísimo nivel como Dani Olmo, Nico Williams o Fabián Ruiz. Perdió jugadores clave en medio de la competencia por lesión, como Pedri contra Alemania o nada menos que Rodri en el entretiempo de la final, más Carvajal y Le Normand para la semifinal por sanción disciplinaria. Su jugador más resistido, Cucurella, dio el pase gol que definió el torneo. ¿Qué más se puede pedir? Este equipo está en ascenso además: candidato principal para la Copa de 2026.
A la final le sobró el primer tiempo, porque el conservadorismo extremo de los ingleses le quitó ritmo y emociones: un planteo que se vio bastante en esta Copa, mucho menos abierta que las de la década pasada. Lo primero que pasó en el complemento, con España privada de su mejor valor, fue el gol de Nico Williams tras pase de Yamal, y fue otro partido, mejor. Aún mejor cuando Gary Southgate remplazó al pobre Harry Kane, 30 años, centenares de goles y ni un solo campeonato en flor, por Cole Palmer, que apenas ingresado empató el partido coronando una muy buena jugada colectiva. Y después de que Oyarzábal marcó el 2-1 ya fue un partidazo, triple salvada increíble del arco de Simón en los minutos finales incluida. Para Inglaterra, segunda final continental consecutiva perdida, cabe preguntarse por qué insiste en desperdiciar a dos generaciones de cracks con el nulo juego colectivo que propone Southgate.
Si esta Copa América sirve de prueba para la Copa Mundial de 2026, hay que decir que Estados Unidos la reprobó claramente. Fue en promedio malo el nivel de los campos de juego, y el calor fue un problema no muy diferente al que hizo recomendable no jugar la Copa anterior en Qatar entre junio y julio. Encima se agregó un escándalo con la seguridad en la semifinal entre Colombia y Uruguay, y que a uno de los candidatos a presidente de los cincuenta estados le dispararan a matar en un acto el fin de semana de la final, evento que incluyó un entretiempo ¡de veinticinco minutos porque había que hacer espacio a un show, al estilo del Superbowl! ¡Así hubiera sido un show de un supergrupo de Prince, David Bowie, John Lennon, Jimi Hendrix, Lemmy Kilmister y Bonzo Bonham vueltos a la vida! Si no fuera el país del que se trata ya habría dudas acerca de si realmente pueden organizar, o co-organizar con Canadá y México, un torneo mundial serio. Algo que no se le escapó al entrenador de la selección oriental, el rosarino Marcelo Bielsa. Alguna vez era una certeza que a los argentinos no nos arreaban así nomás: qué bueno que algo de es tradición contestataria contra el verdadero poder todavía existe. Ojalá logremos pasársela a las generaciones que vienen.
El camino de Argentina a la final ¡oh manes de Don Julio y del Cheque Tapia! parecía y era bastante más aliviado que el de Colombia, que estaba erizado de batallas contra Brasil y Uruguay, si bien debería haber quedado claro que Ecuador y Canadá no son rivales sencillos. (Los americanos del extremo norte desarrollaron un juego ofensivo que hizo que sus partidos fueran siempre entretenidísimos, en especial aquellos con Venezuela y Uruguay). Además Argentina tuvo un día más de descanso, y tal vez esa sea una clave para entender un desarrollo en el que Colombia fue superior en la primera hora del encuentro y Argentina lo fue desde allí hasta el final del tiempo suplementario, de forma aún más marcada cuando Nico González ingresó por un Lionel Messi en una pierna tras una caída a fines del primer tiempo. (Para el futuro, una constancia: esta selección terminó jugando mejor sin Messi). Hubo notables partidos de la mejor dupla defensiva central de selecciones del mundo como la de Cuti Romero y Lisandro Martinez, así como de Di María y De Paul, y actuaciones destacadas de Tagliafico, Dibu Martínez y Montiel. El triple cambio del suplementario en que ingresaron Paredes, Lo Celso y Lautaro Martínez parecía discutible, porque los dos últimos tardaron bastante en acomodarse al ritmo del partido, pero entre los tres armaron la jugada del gran gol de Lautaro que definió el resultado: qué decir entonces. Para Colombia queda la certeza de que está en el buen camino y, lo que es aún más importante, de que viene en alza. Para Argentina, la alegría de vivir una era de hegemonía mundial inédita, que no durará para siempre y por eso hay que disfrutarla aún más: de hecho ya gana partidos (y torneos) apoyándose más en su oficio de campeón que en un juego lucido. Por lo pronto, ayer fue el último encuentro de Ángel Di María en el seleccionado y tal vez el primero de un divino crepúsculo de Messi en el que pasará más minutos en el banco de suplentes que sobre el verde césped. Pero gran parte del equipo es todavía bastante joven, y tal vez aún nos falte ver alguna reinvención exitosa más.
En resumen y vistas las dos copas, la selección que mejor juega es claramente la española, pero el equipo más difícil de doblegar es el argentino. Apenas un escaloncito por debajo aparecen representativos como los de Colombia, Alemania y Francia. Países Bajos, Portugal y Uruguay todavía están en deuda en partidos decisivos al nivel más alto de competencia, Brasil e Italia pasan por una encrucijada difícil e Inglaterra es una incógnita, porque cuenta con un plantel espectacular pero no transmite sensación de equipo sino de once voluntades dispersas. ¿Qué más? Ecuador y Suiza como equipos del segundo pelotón pero capaces de complicar al más pintado, y Venezuela y Canadá como gratas revelaciones. Y esto es todo por ahora: nos vemos otra vez en Estados Unidos y en Canadá y México en menos de dos años. Si el mundo todavía sigue allí.