DÍAS DE VERDE CÉSPED
Culminó la Copa de la Liga Profesional en Argentina, murió César Luis Menotti, arranca el torneo de primera división, avanzan la Copa Libertadores y la Copa Sudamericana y se viene la final de la Liga de Campeones de Europa. Todo eso o poco menos, en nuestro portal.
Y El Producto nos dio a su primer campeón de la temporada. Estudiantes de La Plata venció por tiros desde el punto del penal a un juvenil y corajudo Vélez Sársfield, en un Estadio Madre de Ciudades de Santiago del Estero lleno con ambas parcialidades, un detalle que mejora cualquier partido. El encuentro fue más entretenido que vistoso, pero fue una buena final. Vélez fue superior en los 90 minutos iniciales, aún en el largo tramo entre las expulsiones de Damián Fernández y Benedetti en que jugó con un futbolista menos, y fue muy desafortunado en quedar en desventaja a los 14 minutos con el golazo de Mancuso, cuando ya se había perdido al menos un par de goles. En el segundo tiempo empató Sarco, pero el Fortín se empezó a quedar sin resto físico, y en el alargue el Pincha estuvo un poquito más cerca de llevarse el triunfo. En los penales se destacaron ambos arqueros, Mansilla y Marchiori, pero Estudiantes se llevó la victoria por el canto de una uña. No está mal, como no hubiera estado mal que el campeón hubiera sido Vélez. El Pincha le ganó dos veces a Boca en menos de un mes, derrotó a Lanús en un duelo directo para pasar de ronda y compite aceptablemente en la Copa Libertadores; por su parte, Vélez levantó con muchísimo carácter un 2023 en el que nadie se hubiera asombrado si descendía a Primera Nacional y un demoledor 0-5 ante River Plate en la tercera fecha de la fase inicial, y después eliminó a buenos equipos como Godoy Cruz y Argentinos Juniors. El zaguero izquierdo del campeón Zaid Romero y el desequilibrante volante izquierdo fortinero Thiago Fernández confirmaron en la final que son jugadores a seguir muy de cerca.
Mientras se jugaba la final se conoció la noticia de la muerte de César Luis Menotti. Se murió el cerebro de mi primera gran alegría futbolera, el triunfo en el Mundial '78. Pero fue mucho más, fue quien reinventó la selección argentina de fútbol, que cuando él asumió el cargo de entrenador en 1974 era una vergüenza nacional, a la que los futbolistas de entonces rehuían para no perder prestigio o cotización. No es bien recordado el proceso que va de ese 1974 al campeonato de 1978, que fue trabajoso y discutido y nada sencillo, y no sólo por los tremendos condicionamientos políticos. Tampoco el juego en el Mundial en sí: esa selección tenía un notorio compromiso colectivo, un gran despliegue físico y abundancia de jugadores de buen pie, pero el brillo sólo apareció en cuentagotas; de hecho, los mejores partidos de ese equipo llegaron después del campeonato, entre 1979 y 1980, cuando hilvanó recordadas actuaciones contra Escocia, Italia, Austria, Suiza o Alemania Occidental. Claro, ya con un tal Diego Maradona.
Pero esa selección había llegado a su pico de rendimiento demasiado antes de la Copa del Mundo siguiente, algo que también le pasó luego a los representativos dirigidos por Alfio Basile y Marcelo Bielsa. España '82 fue una decepción enorme, padecida además en un año de catástrofe colectiva nacional. Para ese entonces Menotti ya hacía rato que había sido fagocitado por su bastante soberbio personaje de juez del verdadero fútbol, proceso en el que colaboraron los infaltables amigos del campeón, y luego se pasó casi cuatro décadas alternando fracasos deportivos y éxitos cada vez más espaciados con polémicas fútiles con Bilardo y sus respectivos amigos del campeón, con Víctor Hugo Morales y hasta con Daniel Passarella o Maradona alguna vez. En estos últimos años había recuperado predicamento como director general de selecciones nacionales de la AFA y como gran apoyo del entrenador Lionel Scaloni. Como decía Dolina de los versos de los poetas, a Menotti prefiero recordarlo por sus mejores momentos, que están entre los mejores momentos de millones de argentinos. Gracias y adiós, César.
Boquita quedó en el camino. Esta vez le tocó recibir una dosis de su vieja propia medicina: cuando tiene el equipo que mejor juega en muchos, demasiados años, y supera claramente a su rival como en la semifinal con Estudiantes, falla o le falta suerte en la definición y termina eliminado injustamente... por tiros desde el punto del penal. ¿Karma, dijeron por allá? Más que razones metafísicas, razones futbolísticas: en este portal se sostuvo no hace tanto que el equipo de Diego Martínez tenía dos puntos flacos, la zaga central y el ataque. Los problemas ofensivos se solucionaron apenas Edinson Cavani recuperó su mejor forma; los defensivos, no tanto. En el encuentro de cuartos de final contra River Plate quedó expuesta más de una vez la lentitud de Rojo y Lema; contra Estudiantes, la torpeza del sobrevalorado y muy... bocón ex defensor central de Lanús. De todos modos, este Boca es otra cosa: por lo pronto, perdió el complejo de inferioridad que lo aquejaba contra su rival tradicional desde la derrota en Madrid. No es poco.
Argentinos Juniors y Godoy Cruz parecían estar para más. El Bicho Colorado era favorito en la semifinal contra Vélez Sársfield, pero no logró superar a un rival muy aguerrido pero con un jugador menos. Ya se le venía complicando un año hasta entonces muy bueno con una derrota de local ante Racing de Montevideo por Copa Sudamericana y se le terminó de complicar luego de quedar fuera de la Copa de la Liga, al perder otra vez con Racing pero ahora de visitante. A los mendocinos, todo se les dificulta demasiado cuando dejan de ser punto y pasan a ser banca: quedaron eliminados en la fase preliminar de la Copa Libertadores ante Colo Colo y cayeron también ante Vélez en San Luis. En ambos equipos el problema no parece técnico o táctico sino mental, de creérsela. Tarea para los asesores en psicología de grupos de ambos cuerpos técnicos. Que si no los tienen, deberían.
River sigue siendo incapaz de consolidarse. Arrasa a los más débiles y se inclina ante los más fuertes: parece un equipo macrista, radical o mileísta. Perdió merecidamente el partido de cuartos de final ante Boca, en el que tuvo un buen comienzo pero se desinfló progresivamente, algo que le sucede con alarmante frecuencia. Cuando no asegura una ventaja en sus momentos de clara supremacía futbolística sufre mucho, por un mediocampo que no parece muy eficaz en la contención y una defensa muy vulnerable por las alas. No parece sobrarle temple en los momentos difíciles tampoco. A menudo también parece que la cantidad de variantes marean al entrenador Martín Demichelis, o que la preocupación por darle competencia a todo su plantel le hace realizar más cambios de los necesarios. El punto alto está en la Copa Libertadores, en la que lidera cómodamente un grupo en que, va quedando claro, la clasificación a octavos de final parece tan segura como pintaba tras el sorteo. Miguel Borja está bendito este año: prácticamente cada oportunidad de gol que tiene es gol, y casi siempre tiene más de una por partido. Franco Armani y Paulo Díaz son una garantía en la defensa y, una vez más, las mejores divisiones inferiores del fútbol argentino y tal vez de toda América ofrecen soluciones a largo plazo para la institución y para la selección argentina: este año aparecieron un defensor central muy sólido como Daniel Zabala, un volante ofensivo finísimo y jovencísimo como Franco Mastantuono, y un delantero imponente como Agustín Ruberto. ¿Tendrán lugar en este plantel con tantos nombres? Por lo pronto River tiene tres competencias aseguradas para los próximos meses. Por ahora.
El tercer grande en discordia sigue siendo Racing, pero... La estabilidad institucional alcanzada hace un poco más de una década, más los campeonatos obtenidos a continuación, parecían haber consolidado a Racing Club como el tercero en discordia entre los cinco más grandes del fútbol argentino, detrás de River y Boca, un gran cambio con respecto al casi siempre fatídico último cuarto del siglo XX. Por lo pronto cuenta con el mejor plantel en mucho tiempo, con puntos altos como el goleador Adrián Maravilla Martínez, Juanfer Quintero o Gabriel Arias. Pero un excelente andar en la Copa Sudamericana contrastó con una floja Copa de la Liga, en la que tropezó de local con equipos que difícilmente sean de lo más fuerte de la competencia, como Unión de Santa Fe o Sarmiento de Junín. Para peor ¡fue eliminado de la Copa Argentina por un equipo del ascenso, Talleres de Remedios de Escalada! El entrenador es Gustavo Costas, un símbolo de Racing... y de algunos de los peores años de su historia. ¿Acá si vale lo de karma?
Diablos y Santos, en el Limbo. Dos casos muy similares de clubes grandes con exigencias a la altura de su rica historia, y que se llevan muy mal con la mediocridad impuesta por varios años de malas conducciones institucionales y planteles armados en consecuencia. Carlos Tévez le dio esperanzas al hincha de Independiente al levantar al equipo de un momento bajísimo a mitad del año pasado y a llevarlo a un nivel de competitividad aceptable este 2024, pero en ambas ocasiones fracasó en clasificar a la fase definitoria de la Copa de la Liga en la última fecha, una repetición ominosa. Los problemas internos de San Lorenzo desgastaron el ciclo de un entrenador ídolo del club, Rubén Insúa, que había comenzado muy bien en la liga del año pasado. Pero no pudo retener a valores como Batalla, Elías o Vombergar, ni remplazarlos adecuadamente, y este año penó en la Copa de la Liga y apunta para no pasar de ronda en la Copa Libertadores. En ninguna de las dos instituciones hay perspectivas inmediatas de mejora radical: crisis institucional en puerta.
Pero hay muchos más equipos en primera división. Claro que sí. Algunos no se destacaron en la competencia local pero están llevando adelante muy buenas campañas a nivel continental, como Talleres de Córdoba en la Copa Libertadores y su archirrival Belgrano y Lanús en la Copa Sudamericana. Defensa y Justicia parece haber descendido un escalón de su pasado reciente como un equipo reconocido por todos por su buen juego y competitividad. Platense, Tigre, Sarmiento, Central Córdoba, Deportivo Riestra e Independiente Rivadavia amagan con animar la durísima lucha por no descender a Primera Nacional, y el resto parece medrar en una medianía que no promete éxitos fulgurantes pero al menos no garantiza catástrofes deportivas. Al menos hoy, mientras se disputa la primera fecha del certamen oficial: la verdad, como siempre, estará sobre el verde césped.
¿Y de la Copa Libertadores qué se puede decir? Los candidatos parecen los de siempre: los mejores de Brasil como Atlético Mineiro o Palmeiras, tal vez Flamengo que está haciendo una primera ronda extrañamente floja, tal vez el campeón Fluminense, y el mejor del resto, que parece ser otra vez y pese a todo River Plate. Pero vale la pena señalar el muy buen rendimiento de Bolívar que, además de contar con una localía fortísima como siempre es la de La Paz, ha alcanzado algún buen resultado de visitante, lo que lo haría entonces un equipo dos veces temible. Talleres, ya lo destacamos, está muy firme, el espaldarazo del título tal vez le dé impulso a Estudiantes, y como posible sorpresa al menos para pasar a octavos de final habría que contar al campeón chileno Huachipato y al otro equipo grande de La Paz, The Strongest. De todos modos falta mucho aún, y a partir de octavos de final siempre empieza otro torneo, la verdadera Copa Libertadores de América.
La Copa Sudamericana este año está especialmente interesante. Eso es lo que dicen los hinchas de Boca, que la tienen que jugar porque en su apenas regular 2023 no les alcanzó para participar en la Copa Libertadores, pero algo de razón tienen. Además de Boca están Racing y dos equipos brasileños que juegan muy bien, Fortaleza y Atlético Paranaense, a los que habrá que sumar a los terceros de los grupos clasificatorios de la Libertadores, entre los que seguramente habrá dos o tres equipos con historia y con un presente al menos suficientemente bueno como para ser competitivos en la segunda copa continental.
Y hasta nos da el cuero para unas líneas acerca de la Liga de Campeones de Europa. La tiranía del azar del sorteo determinó que una muy posible final entre Manchester City y Real Madrid terminara siendo una eliminatoria de cuartos de final, que acabó con la victoria de la Casa Blanca. Otra final muy factible era entre Bayern Munich y Real Madrid y fue una semifinal, que acabó... con la victoria de la Casa Blanca.
La semifinal se definió siguiendo el patrón madridista histórico: en el Estadio Santiago Bernabeu, en una remontada en los últimos minutos... y con alguna polémica por un fallo arbitral, literalmente un fallo arbitral: un fuera de juego sancionado sin esperar que acabara la jugada en curso, que además estaba mal cobrado y que acababa con el empate de los alemanes en la última jugada del partido. De todos modos el Real Madrid multicampéon no es sólo eso, y menos aún el Real Madrid multicampeón de Carlo Ancellotti: un equipo que se defiende muy bien y que parte en rapidísimo contragolpe apenas recupera la pelota con excelentes jugadores como Valverde, Bellingham, Rodrygo y Vini Jr. Además puede alternar en el control del mediocampo a los ya veteranos cracks Tony Kroos y Luca Modric y, si el partido se complica, como la vuelta de la semifinal, tiene a Joselu para mandar al fondo del arco rival cualquier pelota que capture en el área, sea por pase, rebote o error del adversario. Demasiado hasta para el duro Bayern Munich, un buen equipo al que le falló su mejor jugador incluso en ese partido, el arquero Manuel Neuer, en el peor momento del campeonato: faltando dos minutos para clasificarse a la final con...
... el Borussia Dortmund.
El azar del sorteo también permitió un finalista inesperado, que emergió de una mitad del cuadro que aparecía como claramente inferior a la de los mencionados Manchester City, Real Madrid y Bayern Munich más, apenas, el Arsenal. El Borussia eliminó al Atlético Madrid en cuartos de final y al París Saint Germain en una semifinal definida por los postes: ¡seis veces salvaron al equipo alemán entre los dos juegos! Kylian Mbappé, que no se destacó en este torneo, se irá de su equipo sin haber ganado jamás la Liga de Campeones. Ni con Messi y Neymar ni sin Messi y Neymar.
De todos modos el Borussia no fue apenas suerte. Tiene una zaga central excelente, la del veterano
Hummels y Nico Schlotterbeck, un mediocampo con jugadores como el austríaco Sabitzer, Emre Can y Marco Reus y un centrodelantero alemán clásico, Füllkrug, dificilísimo en el juego aéreo y en el cuerpo a cuerpo. Va a ser una final interesante la de Wembley, con un favorito claro como no podría ser menos, pero con el margen para la sorpresa que habilita este hermoso juego que no se define nunca en los pronósticos, sino sobre el verde césped.