DRACULA (1958)Artículo de Alberto Fuente Santos (caguenross@yahoo.es) Una vez finalizado el metraje total del film, uno no sabe expresar con claridad el espectáculo contemplado, en esta impresionante, sorprendente, intensa, vitalista y perfecta película. ¿No sé bien por dónde empezar? No obstante, lo recomendable es verla, y cuantas más veces mejor, ya que el film es tan rico en matices, que en un primer visionado no se aprecian ni la cuarta parte de ellos. Pero vamos a comenzar por el principio. Al igual que con "La maldición de Frankenstein (1957)", el guionista Jimmy Sangster se basó en la novela de Stoker para escribir un nuevo guión, para ello contó con el inestimable equipo técnico de "La maldición de Frankenstein": los productores Michael Carreras y Anthony Hinds, el director de fotografía Jack Asher, el decorador Bernard Robinson, el músico James Bernard y el montador James Needs, todo ello orquestado por el gran talento de Terence Fisher. Desde el increíble plano inaugural que nos sumerge en lo que va a ser el resto de la película (la profanación de lo vedado): el águila de piedra, sobre el que aparecen los títulos de crédito, e inicia un extraño movimiento; primero se dirige hacia la izquierda, enfoca la puerta de entrada al castillo y sigue girando hacia la izquierda, hasta plantarse en la puerta de una cripta; se introduce en ella y encuadra el nombre grabado en un ataúd: DRACULA. De improviso, comienza a caer sangre sobre las letras (primera y gran aparición de la sangre en el film, preludio de lo que vendrá después). La irrupción en la cripta alude a otras muchas profanaciones que aparecerán en el film, por primera vez de una manera tan explícita en una película de este género, desde los colmillos hundiéndose en el cuello de las víctimas hasta las estacas clavadas en el corazón de los vampiros, alusiones inequívocas a un concepto más bien sadomasoquista del acto sexual. El lugar, el nombre y el punto de vista de la cámara son desconocidos, lo que indica que nos adentramos en un mundo prohibido, inesperado y arduo para el impaciente espectador (y sólo han transcurrido un par de minutos). Después comienza, posiblemente el mejor prólogo firmado jamás por la Hammer (y uno de los mejores del cine, para mi gusto). En 22 anonadantes minutos se vive el horror de una forma elegante, y refinada como jamás antes se vivió (estamos en 1958). Comienza de una forma clásica, con la cubierta roja del diario de Jonathan Harker (roja como la sangre que cae sobre el sarcófago de Dracula), y con la voz de Harker en off; sabe que su misión no es fácil y que va a entrar en un mundo desconocido (no se oye el canto de los pájaros y nota el frío al atravesar el puente ¿será por el torrente de agua de montaña?). La entrada de Harker en el castillo le sirve a Fisher para mostrarnos elegantemente el impresionante decorado tridimensional compuesto por arcos, salones con tupidas cortinas, escalinatas con recovecos y pasillos amenazantes (tanto Jack Asher como Bernard Robinson tienen mucha culpa de ello). Mediante unos "sencillos" travellings que acompañan los movimientos del efímero protagonista, Fisher nos muestra el castillo (véase, el fascinante efecto visual creado por Fisher moviendo la cámara hacia la izquierda mientras Jonathan Harker se mueve hacia le derecha). Dos de los grandes momentos del prólogo son las apariciones de la mujer-vampiro, una voluptuosa Valerie Gaunt. En el primero, Harker tira accidentalmente los platos al suelo, se agacha para recogerlos, mientras tanto, a la izquierda del encuadre aparecen unos pies y un vestido blanco. Harker ve la sombra y se levanta (todo esto Fisher lo realiza en un solo plano). Un momento después, tenemos a la mujer-vampiro abrazada a Harker, mira su cuello dispuesta a morderle, levanta la vista y ve algo fuera del encuadre que le horroriza y le hace huir. Harker se gira y con cara de horror, ve una "sombra" (aunque no es una sombra), es Dracula que permanece impasible en lo alto de la escalinata. ¿Cómo es posible tener tanto ingenio para resolver una situación de horror de una manera tan elegante y aparentemente tan sencilla? No lo sé, pero Fisher lo hace y consigue el efecto deseado.; pero la escena todavía no acaba ahí. Tras la sorprendente aparición de Dracula, este baja las escaleras de una forma muy curiosa, de la que seguidamente hablaré, mientras saluda a Harker y llega a un primer plano, donde por fin vemos su rostro iluminado. La bajada de escaleras de Christopher Lee, de Dracula, no es una bajada normal, Lee se lanza precipitadamente escaleras abajo dando la bienvenida a su invitado con modales extrovertidos y verborrea obsequiosa. Su andar es distinguido, seguro e implacable y al llegar al primer plano, podemos apreciar la falsa y noble sonrisa, así como unas sugerentes canas en su impecable peinado hacia atrás.La segunda aparición de la mujer-vampiro también preludia la aparición de Dracula; Dracula ha encerrado a Harker en su habitación, pero alguien le libra de su encierro. Harker sale y ve una sombra en la entrada de la biblioteca, baja las escaleras y entra, dejando la puerta tras de sí, y en el mismo plano (también), la puerta se cierra y aparece la mujer-vampiro. Esta intenta engatusarle para que la lleve con él, mientras con "el mundo en sus manos" gira alrededor de él. Harker finalmente acepta. Ya tenemos otra vez a la mujer-vampiro colgada del cuello de Harker, pero esta vez consigue morder; Harker la aparta, y en ese momento hace una apoteósica entrada el conde Dracula, que viene de saciar su sed de sangre con alguien del pueblo. Por primera vez se ve al conde como realmente es: como una fiera, con los ojos inyectados en sangre y chorreándole sangre por la comisura de los labios; protegiendo a su próxima víctima de la feroz competencia (a pesar de que esa competencia sea su pareja). Mujer-vampiro y Dracula pelean por la presa (que no sabemos para qué se mete en la misma: parece que quiere proteger a la mujer-vampiro de la ira de Dracula); gana Dracula y se lleva a la mujer, no sin antes echar una mirada muy reveladora a Harker que delata sus potenciales pretensiones. Han transcurrido pocos minutos, pero ya sabemos "por donde van los tiros", tanto estilística como argumentalmente. Las otras dos grandes escenas del prólogo son el descubrimiento de la marca del vampiro por el malogrado Harker y el intento de destrucción de Dracula por parte de este último. Depués de una magnífica elipsis con unas velas, Harker despierta aturdido; se dispone a echar un trago pero recuerda lo sucedido, busca un espejo con suma celeridad y descubre horrorizado las dos marcas. Desesperado y "herido" escribe en su diario:"... me he convertido en víctima de Dracula y de la mujer que tiene en su poder. Quizá esté condenado a ser uno de ellos, si es así, sólo puedo esperar que el que encuentre mi cuerpo sepa hacer lo que es necesario para liberar mi alma". Este documento constituye el gran epitafio de alguien que debe y quiere morir (no no-morir). La ultima gran escena del prólogo llevada a cabo contra el reloj o contra el ocaso, nos lleva hasta la cripta donde se encuentran Dracula y la mujer-vampiro. Harker comienza por la mujer-vampiro (si hubiera comenzado por Dracula "otro gallo le cantaría" y nunca mejor dicho). Sirviéndose de sombras y de un terrible alarido que despierta a Dracula, Fisher relata la destrucción de la mujer-vampiro. Pero Dracula, con los ojos abiertos, sonríe al ver que ya anochece (con la sangre de Harker, todavía en los labios). Harker horrorizado por lo que acaba de hacer, se dispone a hacer lo mismo con Dracula, pero su cara de sorpresa y espanto llega a extremos inverosímiles, al ver vacío el ataúd. Alza la vista y con la boca abierta descubre, mediante sombras, que alguien baja las escaleras; es Dracula, que sentencia la muerte de Harker mediante el cierre de la puerta y el negro fundido (mortal como otro que habrá después). El espectador se ve obligado a entrar en el relato de manera brusca y repentina, para luego, verse expulsado de él por la fuerza. Cuando Harker es eliminado, el espectador se queda sin punto de apoyo con el que transitar por la narración, un precedente al Psicosis (1960) de Hitchcock (aunque en este caso, el espectador se identifica inmediatamente con el personaje interpretado por Peter Cushing). Después de esta impresionante demostración, ya sabemos de lo que es capaz Dracula y de lo que es capaz Terence Fisher (y todavía queda una hora de metraje):
Después del prólogo no decae la intensidad, fuerza y magnetismo de la película, ya que entra en escena Van Helsing, encarnado por el gran Peter Cushing, un personaje todavía más interesante que el propio Harker, con quien el espectador se identificará de ahora en adelante; y todavía continua Dracula y una serie de nuevos personajes con vida propia (por ahora). Hay que hablar del miedo que los aldeanos tienen a Dracula, y que no es superstición, sino que se trata de una amenaza real. La llegada de Van Helsing al castillo en carruaje es distinta a la que hizo Harker, ya que Van Helsing llega en carruaje avanzando en diagonal hacia la izquierda, mientras que Harker lo hizo hacia la derecha (esto sugiere que las trayectorias de ambos personajes dentro del castillo van a ser opuestas), ejemplo de creación geométrica. Van Helsing acabará liberando el alma de su amigo vampirizado por Dracula. Como ya he contado antes lo que sucede, ahora voy a analizar profusamente las grandes y principales escenas del resto de la película (aunque toda la película es en sí una gran escena, por la perfección argumental y estética con que están engarzadas cada una de las escenas); las más definitorias del estilo Fisher son:
Lucy está enferma y no sabe que Jonathan ha muerto. Arthur y Mina la dejan sola en su habitación. Lucy ansiosa echa el cerrojo de la puerta, abre la ventana, se quita el crucifijo del cuello y se tumba en la cama. Todo alternado con el plano de la ventana con las hojas cayendo, plano de gran poder dramático y con planos de Lucy haciendo más accesible su cuello (en el que vemos dos marcas). Todo esto tiene inequívocamente una raíz sexual: Lucy espera a su amante, con un camisón transparente (recordamos que Lucy todavía no sabe que Jonathan ha muerto); y por si esto fuera poco, Lucy jadea y mira como si fuese una perra en celo. De repente, se interrumpe la escena y aparece Van Helsing, repasando el diario de Jonathan Harker. Hablando a una grabadora dice: "... desde la muerte de Jonathan Harker el conde Dracula, el propagador de este terrible mal, ha desaparecido, debe ser encontrado y destruido". En ese momento, vemos la cara del conde con los ojos iluminados en la ventana de Lucy. La música se ha incrementado repentinamente y Dracula se acerca con cara de fiera a la cama y vampiriza a Lucy (Fisher lo resuelve con una elipsis, fundiendo en negro mediante la capa de Dracula cuando da el abrazo del vampiro). La segunda y definitiva vampirización de Lucy se produce con la dificultad de los ajos y la ventana cerrada, y con la ayuda de Gerda, pobre ignorante, y en este caso se resuelve con otra elipsis, esta vez sin que aparezca Dracula (las nubes tapan la luna y Fisher funde en negro). De esto, extraemos, que aunque Dracula no esté, su presencia se intuye y sus efectos son más perniciosos para el resto de los personajes. Una vez muerta Lucy, Van Helsing entrega el diario a Arthur que permanece escéptico. En la siguiente escena Tania es hallada por un policía, perdida y asustada, y dice sollozando que ha estado con tía Lucy (muerta), en contraplano la cara de Arthur impresionado por la declaración. Arthur acude al cementerio con un farol en la mano, entra en la cripta de su hermana y descubre que el ataúd está vacío. Su mirada frontal de perplejidad, que se proyecta hacia mucho más allá de la cripta desierta, hacia el infinito, es tan efectiva y escalofriante como la declaración de la niña al término de la secuencia anterior. Posteriormente y con este preámbulo se da la situación de horror más intensa y completa de la película, desde mi punto de vista, ya que reúne todo el aparato escénico del cine de miedo: un cementerio, niebla, hojas cayendo, una niña en manos de una mujer-vampiro, una tumba vacía, un escéptico en peligro, y en último término, un experto conocedor capaz de dominar la situación. Un bosque de noche, Tania sola. Lucy la llama, se le ven los colmillos, tiene las manos frías y van a "jugar". Arthur (escéptico) espera en el cementerio. Tania y Lucy-vampiro bajan unas escaleras mientras caen las hojas de los árboles sobre la espesa niebla. Tania está cansada. Arthur llama a Lucy. Lucy llega corriendo y se acerca hasta un primer plano (donde casi relucen sus colmillos). Lucy se acerca a Arthur para darle un beso (mordisco) y en el mismo encuadre en que relaciona a la Lucy-vampiro y a la presa, aparece la mano de Van Helsing esgrimiendo un gran crucifijo. Lo que le hace retroceder, hasta que no puede más y Van Helsing le marca el crucifijo en la frente quemando su carne corrompida: ahora se mezcla el impresionante alarido, la cara de estupefacción de Arthur que se lleva las manos a la cabeza y la cara de Lucy-vampiro sufriendo con la marca del crucifijo en la frente. Finalmente Lucy huye a la cripta. Ladies and Gentlemen... esto es el terror. La siguiente escena, más placentera, es la del "osito del bosque", entre un Van Helsing muy cariñoso y la pequeña Tania. Una vez quitada la venda de los ojos de Arthur, Van Helsing procede a salvar el alma de Lucy: una de las escenas visualmente más subidas de tono, ya que aparte del terrible alarido y de la cara de desazón de Arthur, se muestra a Van Helsing golpeando brutalmente la estaca para que perfore el cuerpo del vampiro (cosa que ya se había visto antes por Harker, que también se manchó de sangre la mano izquierda), pero por primera vez se ve la estaca introduciéndose en el cuerpo y produciendo la salida de abundante sangre (hecho que Freud definiría como eminentemente sexual, ya que la estaca es un símbolo fálico). A esto hay que añadir la cara de placer de Lucy, esta vez es Lucy, una vez terminado el "acto". La primera agresión de Dracula a Mina está planteada y resuelta en clave de suspense: el espectador se entera simultáneamente de que la dirección a la que acude Mina, de acuerdo con la falta cita de su marido (calle Friedrich 49), es la misma que éste y Van Helsing obtienen sobornando al empleado de aduana, es decir, el domicilio al que fue llevado el ataúd blanco que contenía el cuerpo de Dracula. Discreta y elegantemente Fisher corta la secuencia en el momento en que el vampiro levanta la tapa del ataúd tras la llegada de Mina. A la mañana siguiente Mina aunque pálida, muestra una sonrisa de oreja a oreja, tras pasar la noche con el vampiro, y se cuida de tapar las señales producidas en la misma. Fijarse en que Mina parece que rechaza el beso de su marido, que acaba besándola en la frente. Son signos inequívocamente de adulterio. Dracula se instala en la sociedad occidental y la ataca por uno de sus puntos más débiles: la sexualidad. Primero se venga de Harker por haber aniquilado a su compañera , cebándose con la amada de éste; y siguiendo el orden familiar en la búsqueda de pareja la siguiente en la lista es Mina (ya que, parece que Gerda no le interesa). Este acoso familiar agudiza las constantes eróticas apuntadas en el prólogo del film, llevándolas hasta extremos de alto refinamiento. Una vez que Arthur y Van Helsing, saben que Dracula ha vampirizado a Mina (gracias a un pequeño crucifijo) deciden atrapar al vampiro y montan guardia en el jardín para impedir que Dracula entre en la casa; pero lo que ignoran es que el vampiro está protegido por Mina y que yace escondido en la propia casa ¿no es una gran trasgresión que el amante conviva en el hogar familiar? La mirada de Mina al ver al vampiro en la casa es muy definitoria de la sensación: mezcla de alegría y miedo (sexualidad). El vampiro sube las escaleras y cierra la puerta de la habitación, pero cuando el espectador espera que Fisher funda en negro con el cierre de la puerta , esperando la elipsis, Fisher llega más lejos y sigue a la adúltera pareja en la habitación marital; y llega hasta el lecho y con las caricias del vampiro, Dracula vampiriza a Mina; la escena acaba con el grito de una lechuza (que hubiera podido encubrir el grito de Mina, de haber existido). El descubrimiento de un nueva vampirización precipita los acontecimientos, obliga a Van Helsing a practicar una trasfusión y a devanarse los sesos para explicar lo sucedido. En ese momento aparece Gerda, que ingenua y debido a la falta de vino, facilita el paradero del ataúd: la bodega. En la bodega se produce el primer encuentro entre Dracula y Van Helsing. Fisher juega a fondo con el procedimiento de relacionar a Dracula y a Van Helsing en el mismo encuadre (magnífico plano en que Van Helsing descubre el ataúd blanco vacío en la bodega, y simultáneamente, al fondo del encuadre, Dracula abre la puerta); juego que seguirá practicando hasta la destrucción de Dracula. Fisher dota de un ritmo implacable a la escena, apoyado por el crescendo de la música de Bernard, y funciona a partir de la siguiente idea: si Dracula consigue esconderse en uno de los muchos lugares secretos que hay en su castillo, pueden transcurrir años sin que sea hallado y destruido; Van Helsing tiene que destruirle antes de que se oculte. Y Dracula tiene que llegar al castillo antes de que amanezca. Mientras Arthur se ocupa de Mina, Van Helsing persigue a Dracula. Terence Fisher articula, pues, el movimiento de esta secuencia sobre la urgencia de la persecución (dada en planos generales que resaltan la desoladora amplitud del decorado) y sobre las relaciones espacio-temporales entre perseguidor y perseguido (no puede olvidarse en este sentido el uso del espacio en los últimos planos del film cuando, mirando rápidamente a su alrededor, Van Helsing urde la solución desesperada de subirse encima de la mesa para saltar sobre las cortinas que cierran la cristalera a la luz solar, idea propuesta durante el rodaje por Peter Cushing que fue aceptada con entusiasmo por Fisher). Después de ver todo esto, tengo la obligación de decir que se trata de una película muy trasgresora, y que se apoya en la sexualidad y en la sangre como base para llevar a cabo su objetivo: la trasgresión total. Podría hablar de:
Podría hablar de muchas más cosas, pero no lo voy a hacer, ya que por muchos ríos de tinta que se escriban, una imagen vale más que mil palabras y este film tiene multitud de imágenes( y a cual mejor); por eso aconsejo encarecidamente el revisionado de la película, cuantas veces haga falta, hasta apreciar casi todo lo que Fisher nos quiso contar (no digo todo, porque es imposible). De no existir Nosferatu, de un tal Murnau, "Horror of Dracula" sería la mejor película de vampiros jamás filmada. Porque Nosferatu es una obra de arte (y Dracula también, añado yo). Bibliografía: Me he basado en un libro en castellano indispensable en lo referente al Cine Fantástico y en especial a Hammer Films; se llama EL CINE FANTASTICO está escrito por José María Latorre y pertenece a la collección de libros DIRIGIDO POR... (pag. 238-248). También he consultado alguna revista, como por ejemplo la revista DIRIGIDO POR... Nº256 (Especial 100 años de Dracula).
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