Quizá sea una pequeña vanidad entremezclada de añoranza, pero poder
revisar en su reciente edición española en DVD esta película me retrotrae
a más de dos décadas atrás, cuando desde las páginas de la lejana revista
Terror Fantastic o la Enciclopedia Ilustrada del Cine Salvat en ocasiones
se destilaban algunas imágenes de un film del que por otra parte jamás
aparecían referencias. Se trataba de THE COMEDY OF TERRORS / LA COMEDIA
DE LOS TERRORES (1964). En aquel entonces uno no había descubierto la
grandeza del maestro Jacques Tourneur ni tenía a su alcance las deseadas
producciones de la American International realizadas por Roger Corman
y protagonizadas por mi ya venerado Vincent Price..
Pocos años después -en 1983- el ya desaparecido festival cinematográfico
Imagfic de Madrid realizaba una retrospectiva de este ciclo, con la
presencia en mi país de un Vincent Price lleno de anécdotas y sentido
del humor. Aquello posibilitó que en España se estrenaran a lo largo
de dicho año tres de los títulos del mencionado ciclo, emitidos años
atrás por TVE pero jamás estrenados comercialmente -la magistral THE
FALL OF THE HOUSE OF USHER / EL HUNDIMIENTO DE LA CASA USHER (1960),
la brillante THE MASQUE OF THE RED DEAD / LA MÁSCARA DE LA MUERTE ROJA
(1964) y la simplemente simpática THE RAVEN / EL CUERVO (1963)-. Junto
a ellas, casi de tapadillo, lo hacía la nunca emitida, la escondida,
la en su momento fracasada THE COMEDY OF TERRORS, que logró entre los
aficionados -no todos- la estima merecida.
Recuerdo como en el invierno de 1983 pude ver por fin verla en pantalla
grande en Valencia y una doble sensación me invadió. Junto a la satisfacción
de haber intuido pese a mis escasas referencias un título digno de relevancia,
noté en ella una especial extrañeza... y un relativo desconcierto por
el público. Quizá incluso para un aficionado de 17 años -los que contaba
un servidor por aquel entonces- se pudieran escapar algunas de las sutilezas
y el enorme bagaje de cualidades de esta COMEDIA DE LOS TERRORES, que
revisada convenientemente me ratifico en considerarla -junto con la
lejanísima THE CAT AND THE CANARY / EL LEGADO TENEBROSO (1927) de Paul
Leni-, el mejor desmonte que jamás ha tenido el género fantástico a
lo largo de su devenir cinematográfico.
Un raro sabor mortuorio
Conviene desde un principio tomar posiciones y lo hago gustoso: considero
THE COMEDY OF TERRORS una de las películas más insólitas de toda la
historia del cine norteamericano. Más allá de la singular variación
que supone de las constantes que rigieron la producción de la American
International -el aspecto más evidente destilado en un primer visionado-,
el film atesora en su estructura una caracterización de desaforado vodevil
férreamente conducido con mano maestra por Tourneur con una reconocible
textura visual; una asombrosa visión del propio hecho de la muerte;
un retrato cruel y mezquino de todo un contexto familiar y social lleno
de hipocresías... e incluso es evidente señalar que integra no pocos
elementos procedentes por un lado del slapstick mudo -como veremos a
continuación-, así como de la comedia vigente en aquellos tiempos en
el cine USA. Incluso casi de forma premonitoria adelanta otros de ellos.
LA COMEDIA DE LOS TERRORES -y Jacques Tourneur siempre se mostró muy
claro en sus manifestaciones-, parte de un admirable guión de Richard
Matheson. Solo escuchar y vivir los impagables diálogos y situaciones
que se suceden casi sin solución de continuidad es un gozo para la constante
diversión de un espectador atento. Son tantos los ejemplos existentes
que me resisto a citar cualquiera de ellos, aunque buena parte de cuyas
ironías habladas estén centradas en el personaje protagonista -Waldo
Trumbull- interpretado por Vincent Price, cada una de cuyas frases y
manifestaciones suenan como una puñalada de constante sarcasmo. A partir
de esta pieza de resonancias shakesperianas -detalle de añadir la “T”
al referente del célebre dramaturgo-, Matheson construye una pieza que
muy bien pudiera haberse representado con éxito absoluto en cualquier
escenario de Broadway o Londres. Con gran acierto, el maestro francés
no renunció a esa estructura, pero no por ello evitó que el influjo
de su puesta en escena quedara patente -en numerosas ocasiones sus oscuros
en interiores me recordaron algunas escenas de su magistral THE NIGHT
OF THE DEMON / LA NOCHE DEL DEMONIO (1957)-. En otros momentos, el paseo
nocturno de Joe E. Brown por el cementerio evocan una escena similar
en la magnífica THE LEOPARD MAN (1943)... Incluso en su planificación,
Tourneur adopta su célebre sobriedad -siempre fue un realizador más
atento a trabajar la visualidad de la imagen que a movimientos de cámara
ostentosos-, distanciándose de la fórmula elegida por Corman -por otra
parte con resultados ocasionalmente deslumbrantes-, en su ciclo sobre
adaptaciones de Poe. Pero hasta en el respeto a su estilo visual -en
el que no se ocultan incluso las cabalgadas del carro mortuorio que
nos retrotraen a sus extraños westerns-, Tourneur -¿o fue intuición
de Matheson?- no renunció a ironizar sobre las propias constantes visuales
de su trayectoria -el instante en la parte final en que Waldo le pregunta
a un amenazador oso disecado. “¿Y tu que miras?”-.
Seres malignos
Sin lugar a dudas, la fauna de personajes que se encierra bajo la funeraria
Hinchley & Trumbull puede adscribirse entre las más rastreras y ruines
que se hayan visto jamás en una pantalla. Desde el cabeza de familia
Waldo Trumbull (Price), que desprecia a una esposa decididamente cursi
Amaryllis Trumbull (Joyce Jameson), que intenta matar al padre de esta
Amos Hinchley (Boris Kaloff) y humilla constantemente a su ayudante
Felix Gillie (Peter Lorre), secretamente enamorado de esta, se complementa
con el asesinato de posibles clientes para su maltrecha funeraria. Sin
lugar a dudas un punto de partida realmente estremecedor que se muestra
ya desde la primera secuencia desarrollada en el interior de la casa
/ funeraria, donde en muy pocos minutos el tandem Tourneur-Matheson
nos describe a la perfección un universo de pesadilla tamizado bajo
el barniz de una medida exageración vodevilesca. A lo largo de todo
su ajustado metraje -que apenas registra altibajos-, THE COMEDY es una
palpable ratificación de este enunciado bajo diferentes vertientes y
situaciones.
Una serie de miradas que complementan y enriquecen constantemente la
acción, y que van desde la presencia como mudo testigo del gato que
discurre a lo largo de la película, secuencias en el piso de la funeraria,
en su sótano... marcando incluso las distancias en el juego de humillaciones
-es reveladora a este respecto como en este marco nos es descrito Félix
fabricando un horrendo ataúd en el sótano mientras Trumbull y Amaryllis
discuten acaloradamente en el piso superior-.
Un Shakespeare contemporáneo
Y junto a ello emerge con entidad propia uno de los personajes más
singulares de la función, el dueño del local en donde se ubica la funeraria,
el terrateniente John F. Black (Basil Rathbone), que ejemplifica en
buena medida esa explícita referencia shakesperiana ofrecida a lo largo
de toda su presencia recitando constantemente textos del dramaturgo
cargado con el más descarnado de los histrionismos. Black es quizá el
más acérrimo enemigo que de la muerte quizá haya tenido jamás el cine...
es asesinado infinidad de ocasiones sin resultado final óptimo, hasta
lograr que se erija como auténtica pesadilla de Waldo y Félix y virtual
vencedor de la función. Secuencias como aquella en la que en su lecho
se excita recitando hasta peligrar la vida de Gillie, o sus constantes
resurrecciones recitando unos -por otra parte magníficos- pasajes shakesperianos
sobre la fugacidad de la vida mientras aguanta hasta sobrepasar abiertamente
lo verosímil los disparos finales de Trumbull, merecen pasar a las antologías
de la ironía e incluso el disparate lúdico y festivo.
Junto a ello, no conviene omitir en esta singular rememoranza del dramaturgo
inglés esa confluencia de sutilezas y elementos incluso de carácter
zafio que deliberadamente introdujo Shakespeare en sus obras. En la
película no faltan esas situaciones grotescas que nunca difieren del
tono elegantemente burlón logrado en su conjunto.
El reverso de la American International
Evidentemente, LA COMEDIA DE LOS TERRORES se enmarca dentro de la producción
de la American International y, más en concreto, en el conjunto de la
exitosa realización en ciclo que fundamentalmente auspició Roger Corman
desde la majestática EL HUNDIMIENTO DE LA CASA USHER (1960) hasta la
inglesa THE TOMB OF LIGEIA (1965), sin olvidar las posteriores y por
otro lado lamentables producciones que basadas en el escritor de Baltimore
perpetró el inepto Gordon Hessler desaprovechando la presencia de actores
como el propio Price o Christopher Lee. Voy a partir de la base de la
singularidad que me produce el aprecio que tengo hacia ese ciclo, máxime
estando regida por un realizador enormemente desigual aunque artífice
de algún otro film interesante en otros géneros -THE ST. VALENTINE’S
DAY MASSACRE / LA MATANZA DEL DÍA DE SAN VALENTÍN (1967)-. Más allá
de una fidelidad o no al espíritu de Poe, no es nada original señalar
que este grupo de producciones generó unas señas de identidad fácilmente
palpables -nieblas, criptas, ataúdes, engaños e infidelidades, lugares
tortuosos... De todo ello da buena muestra THE COMEDY OF TERRORS, puesto
que en ella participa prácticamente el elenco de colaboradores que hicieron
feliz realidad las mismas -y que personalmente opino fueron la base
de su éxito (una labor de equipo)-. Sin embargo, hasta en este respeto,
la labor de Tourneur se muestra singular; la iluminación de Crosby resulta
más estilizada y azulada que las utilizadas para Corman en idéntico
Pathecolor; la partitura festiva del gran Les Baxter se ciñe más a la
historia y potencia su vertiente irónica sin añadir anacronismos -como
sí sucedía en THE RAVEN-; los oscuros y secuencias en el sótano de la
funeraria adquieren unos tintes más sombríos... y todo además partiendo
de una base como el pregenérico que podría trasplantarse de varios de
los films de ciclo Corman / Poe.
Sin embargo, donde creo que Tourneur logró unos aciertos más rotundos
fue en la dirección de actores. Jamás el glorioso Vincent Price estuvo
más brillante en su aspecto autoparódico, logrando además de su presencia
unos inusuales registros bruscos y llenos de brutalidad en algunos momentos.
Logró contener los habituales excesos de Lorre, marcó para Karloff una
de sus caracterizaciones más singulares y brindó a Basil Rathbone la
que quizá sea la perfomance más singular de toda su carrera. Y ello
sin obviar la presencia de un criado de aspecto joven descaradamente
envejecido -como sucedía en la citada ...USHER-, ni ridiculizar al máximo
la presencia de Joyce Jameson. Al cast de THE COMEDY... puede incluso
unirse la presencia del gato Rhubarb y definirse como uno de los más
demoledoramente festivos de la década de los 60.