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DEL UNIVERSO CINE BRAILLE * * * * * ** * * * |
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* * * * * * * * * * * * PERO ¿QUIÉNES SOMOS LOS QUE HACEMOS CINE BRAILLE? * * * * * * * * * * * * |
Al ver regresar a Pepe, Heránides Parméclito
se conmovió visiblemente. Dejó de observar atentamente una nota periodística
sobre Nicole Neumann, ilustrada con abundantes fotografías a toda página,
guardó el recorte en uno de sus bolsillos, se subió los pantalones y comentó
a Pepe que el joven lo había encontrado abocado a la generación de un orgasmo
autoinducido. Dicho esto, se refugió en un hermético silencio, mientras Pepe
relataba las vicisitudes de su viaje en pos del conocimiento profundo del
propio ser, así como lo que había aprendido acerca de la relatividad del tiempo.
Viendo que Heránides
se hallaba ocupado en un silencioso ejercicio de introspección, Pepe decidió
salir a dar una vuelta. Caminó hasta la estación ferroviaria de Avellaneda
donde, llevado por un impulso que no supo explicarse entonces, subió, a través
de la puerta destinada a los colados, al tren que se dirigía a Constitución.
Luego se dejó llevar por
A eso de las dos de la
tarde sintió hambre, y decidió presentarse en la puerta de un local de una
afamada casa de expendio de comida rápida. Como el personal tardase más de
treinta segundos en sacar las bolsas de basura a la calle, Pepe se quejó ante
el empleado responsable. Éste, de mala gana, accedió a darle una bolsita con
restos de carne, cebolla, huevos, pepinos, queso y pan.
-
¿Qué es eso? - le dijo a Pepe una impactante adolescente rubia, de formas
turgentes, señalando la bolsa. Ella estaba por comerse algo que parecía ser
un canapé. Vestía unos elegantes harapos fashion:
un viejo top y hot-jeans.
-
Mi almuerzo. Basura.
- El mío también
es comida basura. Y encima, carísimo. Te cambio el mío por el tuyo. Yo pedí
un Mc Ana: carne, queso roquefort y banana. ¿Cómo se llama el menú que pediste?
¡Me copa!
-
El mío es... un Mc Homeless - respondió, dubitativo, sin querer abochornar
a la niña por su confusión.
-
¡No estaba en el aviso! ¡Debe ser uno nuevo! ¿Por qué a vos te lo vendieron
y a mí no?
Y
dicho esto, la adolescente corrió a quejarse a la dirección del local.
Pepe
decidió retirarse del lugar, para evitar equívocos mayores. Caminó hasta
Al
poco tiempo, Pepe vio pasar caminando a la impactante adolescente rubia de
formas turgentes. Llevado
por un impulso que no supo explicarse entonces, Pepe la siguió hasta un edificio
ubicado en Palermo Chico, donde había una aglomeración de personas pugnando
por entrar. Había tal lío que, en la confusión, Pepe se vio arrastrado hacia
adentro por un río de gente. "El
Río del Destino, que todo lo arrastra", dijo una voz en su cabeza, y Pepe
sintió que algo importante estaba por pasar.
El río de gente desembocó
en una habitación muy amplia, iluminada por varios reflectores muy potentes,
donde había una tribuna rodeando por tres lados a un grupo de sofás y una
mesita ratona. Pepe se sentó en la tribuna y se dispuso a esperar.
Había
un crispado nerviosismo en el aire. Una mujer, vestida con trajecito sastre
y rodeada de un ejército de colaboradores, iba de un lado al otro, gritando
e insultando a todo el mundo. Por lo que Pepe pudo escuchar, la mujer estaba
furiosa porque una de las personas que iba a sentarse en el sofá no iba a
poder venir.
-
¡Necesito un gurú! - gritaba. - ¡Y si ése
no viene, quiero otro! ¡Alguien, algo, cualquiera!
Y
entonces las luces se apagaron. Alguien, una mujer mayor, gritó, asustada.
Pero Pepe sintió una extraña tranquilidad. Y entonces, mientras todo el estudio
del canal permanecía a oscuras, un haz de luz iluminó a Pepe. Y éste se puso
de pie, y comprendió.
Claro que comprendió.
Comprendió todo.
Comprendió todo y
hasta más allá de todo.
Comprendió.
Comprendió el Alfa
Comprendió el Omega
Comprendió el Pasado Comprendió el Presente Comprendió el Futuro
Comprendió el Ser
Comprendió el No Ser
Comprendió el Cielo Comprendió
el Infierno
Comprendió el Cuerpo
Comprendió el Alma
Comprendió el Pasado Comprendió el Presente Comprendió el Futuro
Comprendió el Presente
Comprendió el Futuro
Comprendió el
Presente
Comprendió el Futuro
Comprendió el Futuro
Comprendió el Futuro
Comprendió el Futuro.
El Futuro.
"¿Y
vos quién sos?", dijo la mujer.
"Yo
Soy El Apóstol Catódico, y Mi Misión es mostrar El Camino".
La
mujer, impresionada, asintió, y le pidió que pasara a una sala donde permanecería
hasta que llegara la hora de hablarles a los fieles. Allí se le permitió darse
un baño, y le ofrecieron ricas vestimentas, que rechazó con un simple gesto,
prefiriendo unas sandalias y una túnica símil Hare Krishna.
Nito Grondona, una persona
que afirmaba haber sido uno de los miembros de Kiss durante la gira 1977/78,
y que su lugar había sido luego usurpado por Gene Simmons, a quien llamaba
okupa del rock.
El
Gran Lama de Saavedra, el controvertido gourmet
estoico, fakir y asceta hedonista
que lideraba la secta de los Heavy Tibetanos, conocidos por su polémica costumbre
de compartir en sus mesas el pan de trotyl.
Lito Sarabia,
El Barón Rojo, un conductor de camiones a quien, en las rutas de todo el país, se
conocía por diversos apelativos, tales como El Caballero del Volante, El Camionero
Rojo y El As de
Doña
Interpretación Vega de Cardoso, una dama salteña que afirmaba poder leer el
futuro analizando las entrañas de las empanadas de carne cortada a cuchillo
que ella misma preparaba.
La
licenciada Aída de Verdi, catedrática de
Cuando
llegó la hora del debate, quien antes de Su Iluminación fuera Pepe estaba
sereno. Esperaba su turno para hablar, hasta que se dio cuenta de que no había
turnos y no había tal debate. En realidad, la conductora de trajecito sastre
se afanaba en convertir la charla en un colorido aquelarre que bien pudiera
haber competido, en desorden, con el caos que puso fin a la construcción de
El
Barón Rojo y el Gran Lama de Saavedra estaban a punto de tomarse a golpes
de puño mientras discutían acerca de la cantidad de calorías que, al inducir
la transpiración, consumían los pulóveres tejidos usando el punto arroz. "¿Y
el arroz integral?", terció la conductora, que se llamaba Déborah Dora, con
la obvia intención de detonar un escándalo. "¿Gallo o Amanda?", insistió,
y entonces lo que todos temían pareció inminente.
(Continúa)
(1) El lector puede saltear la lectura de este capítulo, a los efectos de un mayor disfrute de la obra.
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