Revenge of Frankenstein
(La Venganza de Frankenstein - 1958)
Artículo de Alberto Fuente (caguenross@yahoo.es)
Publicado originalmente en el sitio dedicado a Terence
Fisher
Esta próxima parte la voy a estructurar como lo hicieron Ramon Freixas
y Joan Bassa en su inteligente y acertado artículo sobre "Los Frankenstein
de Fisher" en Mayo de 2000 en la revista DIRIGIDO POR... Distinguiendo
perfectamente entre el director: Terence Fisher, el protagonista:
Victor Frankenstein y la Criatura.
Terence Fisher:
Fisher sigue con la pauta iniciada en "La maldición de Frankenstein";
con un ajustado control de producción (seis semanas de preparación,
treinta días de rodaje y quince días de montaje), con el mismo equipo
técnico, a excepción del músico James Bernard sustituido por Leonard
Salcedo, y en el que destacan Jimmy Sangster que elabora un guión
complejo y denso (superior al de "La maldición de Frankenstein"),
la fotografía de Jack Asher y los decorados de Bernard Robinson que
juntos consiguen impregnar la pantalla de una atmósfera opresiva,
llamada por algunos "poesía macabra" mediante el contraste de colores:
los rojos de las cortinas y los verdes de algunas ventanas contrastan
con la sordidez de otros decorados: el gris del cielo que casi nunca
se ve, el gris u ocre de esos terribles "encierros".
La planificación sobria se acompaña de unos desplazamientos de cámara
lógicos, sin efectismos, que siguen y definen a los personajes, no
abusa del travelling y no utiliza el zoom. Su puesta en escena refuerza
la sensación de amenaza, de angustia, al relacionar en el mismo espacio
al monstruo (que en este caso no lo es tanto) y a la víctima.
En términos del cineasta: "No soy un fanático del campo/contracampo
en lo concerniente a las secuencias que reúnen al heroe y al monstruo.
Me gusta, al contrario reunirlos en el mismo plano. Considero que los
personajes normales y los "monstruos" deben evolucionar en el mismo
universo".
René Prédal: "El ciclo de Frankenstein se resuelve siempre en el cara
a cara de un hombre negro y vertical (Cushing opera trajeado y no en
mangas de camisa: es el verdugo, o más bien un concepto, el cerebro)
opuesto a una forma blanca y horizontal (la víctima, una criatura, un
cuerpo) con, entre ambos, diversos instrumentos y a veces un gnomo agitándose.
Así, el maniqueísmo se muda en estética, la moral se convierte en imágenes
y la teología deviene color".
Fisher juega con todas las opciones del montaje en las alternancias
entre los primeros planos y los de conjunto (medios) que encuadran a
los intérpretes, incluso a diferentes niveles en profundidad de campo,
con particular incidencia de aquellos que implican al doctor, su creación
y sus ayudantes, sin desdeñar algún contrapicado (guillotina).
Joan Bassa y Ramon Freixas: "El montaje, así, deviene un elemento esencial
al dotar de sentido a su ejemplar planificación, basada a su vez en
la pertinencia y cuidada elaboración del encuadre, que adquiere en el
director profunda significación al fundir en una relación dialéctica
los objetos, la posición de los intérpretes y el decorado".
Su trabajo de dirección es meticuloso y cartesiano, tensionado y enérgico,
geométrico y estilizado (estilizar es una manera como otra cualquiera
de distanciar).
En cuanto al uso del color, son de reseñar los contrastes entre los
grises o cremas de una habitación con el rojo de los cortinajes, el
azul oscuro del cielo nocturno con el ocre de la tierra de los cementerios
y el oscuro granito de las lápidas, o la confrontación entre los tonos
sombríos, ceniza, sobre todo de las mazmorras, sótanos, espacios donde
el doctor "trabaja", y los más claros y vivos de las zonas "residenciales".
Ya que Fisher, y ahí estriba uno de sus mayores aciertos, se sitúa
al margen, desarrollando las escenas con imparcialidad notarial, sin
giños agradecidos ni acercamientos maniqueos y tramposos hacia determinados
personajes.
También su tratamiento de la violencia es el característico del cineasta.
Normalmente se elude, pero en "The revenge of Frankenstein" la violencia
hacia la criatura no se omite, en cambio la violencia que ejerce la
criatura sí (excepto la muerte del portero), por que la violencia que
se ejerce sobre la criatura, en la mayoría de las ocasiones es mucho
más sutil. Por lo tanto, creo que Fisher en este caso no habla de monstruo
de Frankenstein, los monstruos son los demás.
Fisher prefiere horrorizar con otro tipo de armas, desde la maldad
de los personajes (y no hablamos necesariamente del Barón, en "The revenge..."
hay malos para parar un tren), hasta, sobre todo, la oposición entre
normalidad/anormalidad, bien/mal, razón/instinto, belleza/fealdad; aunque
más que dualidad, deberíamos hablar de ambivalencia o ambigüedad, potenciando
que las manipulaciones de órganos y los craneos vaciados, a pesar de
ser atendidos con delicadeza, resulten desasosegadores. No es una cuestión
de carencia de medios para efectos especiales, sino la constatación
de la máxima de que es mucho más atractivo sugerir que mostrar.
Victor Frankenstein:
Peter Cushing compone el más completo y complejo, el más interesante,
interesado y atractivo (o repulsivo) de todos los Barones que fueron
antes que él y de cuantos lo han sido después. El elegante porte del
actor subraya siempre su presencia, tanto si forcejea con el bisturí
como si se coloca una flor en el ojal. Distante y frío, transmite sus
demonios y obsesiones interiores, su lucha por su ciencia - y por sí
mismo - y hasta sus felinas explosiones de violencia.
Pocos
actores serían capaces de insuflar la mezcla de cordura, pasión, esquizofrenia
y ambición que el personaje arrastra. Utiliza la medicina (en "The revenge..."
utiliza a los enfermos como cobayas para sus experimentos, no les sana)
resulta el instrumento de su ambición.
El Barón no está loco: no aspira a conquistar el mundo ni destruirlo,
al contrario, quiere curar enfermedades, vencer a la muerte. Es un devoto
de su obra, de su vocación, aunque prontamente pierde tanto sus referentes
filantrópicos de hipocrática mejora de la condición humana como sus
postulados éticos. Su tragedia " no es otra que su dificultad de rectificar
el sentido de la ética para preparar nuevos caminos para la ciencia
(José María Latorre)".
La pasión de su obra demiúrgica de jugar con la vida, se transforma
en su leit-motiv, y en aras de sus investigaciones sacrificará cuanto
le sea de utilidad. No le importarán los sentimientos ajenos, en este
caso los de Karl (aunque se compadece de él y le agradece que le salvase
de la guillotina), ya que, no pretende que Karl comience una nueva vida,
con un cuerpo nuevo, sino que egoístamente, quiere rehabilitar su nombre
- reducido oficialmente a una inscripción en una lápida- lo que compone
uno de los motivos conductores del relato.
Se enfrenta a la cerrazón inmovilista de sus colegas, que le desprecian,
temen y marginan; a la iglesia, que le acosa implacable por ser un sacrílego
blasfemo que usurpa el papel del creador... y naturalmente, sus donantes,
que pocas veces solicitan sus quirúrgicas atenciones y son causa de
las mayoría de sus derrotas, al no desear su nueva condición o utilizarla
para objetivos distintos de los previstos (Karl).
El Barón maniobra en una sociedad decimonónica, encotillada en un sistema
de clases sociales radicalmente separadas por educación y economía.
En la cúspide rigiendo con mano de hierro, sentencias de muerte de fácil
firma y pulso sereno, se asienta una aristocracia (no necesariamente
la nobleza de sangre tradicional: jueces y eclesiásticos la integrarían)
celosa de sus privilegios y recelosa de todo cambio, fosilizada y a
la vez podrida, anticuada ya en su propio tiempo.
A renglón seguido, encontramos la burguesía más educada, pero también
atávicamente conservadora e interesada en preservar su estatus social,
aunque capaz de expresar análisis racionales y hasta especulaciones
filosóficas. Ahí medraría un sector de los médicos que juzgan a Frankenstein
con cautela, aquellos que se avienen acolaborar con él, los inspectores
que le siguen la pista y buena parte de las beldades que amueblan las
reuniones mundanas.
De hecho, el estrato social que aporta más personajes positivos anímicamente
centrados, es el popular, el de la gente sencilla y trabajadora (el
ayudante del cirujano en The revenge...). Con todo, algunos de los personajes
más repulsivos, rapiñadores de cadáveres, asesinos y hasta patibularios
agentes de policía (lógico reverso de tan asfixiante sociedad) proceden
de un estrato lumpen misérrimo y alcoholizado. Estos últimos son los
que ajustician a Frankenstein despojándole de su propia vida, es el
juicio popular, a veces más injusto que el jurídico (aunque es difícil).
Sin embargo, nuestro científico nunca está sólo. A diferencia de tantos
y tantos demiurgos de baratillo, servidos por criados clónicos y acólitos
lobotomizados, siempre hay quien le acompaña en la aventura; en The
Revenge..., Frankenstein cuenta con el ayudante más eficiente y mejor
preparado de toda la serie, Hans Kleve, que llega a apreder las enseñanzas
de Frankenstein en muy poco tiempo y a ponerlas en práctica con el propio
Barón. Hans, sí que reconoce el genio de Frankenstein y también se quiere
aprovechar de él: busca el conocimiento.
La Criatura:
En este caso no podemos hablar del monstruo de Frankenstein, ni en
cuanto a maquillaje ni en cuanto a psicología, al contrario de lo que
ocurría en "La maldición de Frankenstein". Karl es una persona, con
un cerebro brillante pero con un cuerpo defectuoso, y lo que desea es
eliminar esa tara, por la que siempre era observado. Para ello recurre
a Frankenstein, que le crea a base de miembros humanos, un cuerpo perfecto.
Lo que hace frankenstein es trasplantar el cerebro de Karl al cuerpo
perfecto.
Esto supone un gran avance en la complejidad dada en la historia del
cine a la criatura de Frankenstein. La criatura ya no es un engendro
que se mueve torpemente y que apenas llega a pensar; Karl es un ser
humano, posiblemente mucho más humano que la mayoría de personajes que
aparecen en la película, quiere vivir como una persona normal (lo que
choca frontalmente con los planes de Frankenstein).
Como decían Ramon Freixas y Joan Bassa: "En Fisher más que animadversión
hacia el padre, lo que impera es una expresión de rechazo (físico-médico)
por el inaugurado cuerpo, incluso a la vista de su funcionamiento. Que
el demiurgo pague - o no - a partir de ahí los platos rotos, no le eximirá
de reivindicar con orgullo su obra ni a la criatura exhibir su agresividad,
de hacerlo no contra el doctor sino contra la humanidad en general.
Animada casi siempre a su pesar, le toca arrastrar "este sentimiento
tan eminentemente gnóstico de estar en el mundo sin ser del mundo (Emmanuel
Carrère)", condenada en ascética terminología teresiana a un "vivo sin
vivir en mi" y a un "muero porque no muero", descontenta en su conquistado
devenir".
Pero no todo debe conjugarse a nivel de fracaso, pués el Barón logra
un rotundo éxito... en The revenge, él mismo es su obra, gracias al
firme pulso quirúrgico de su ayudante. No obstante el éxito es parcial,
ya que Frankenstein acaricia la victoria para descubrir que ha cometido
errores o que les han cometido otros:
- Frankenstein comete el error de no contar toda la verdad a Karl
sobre los fines de la operación.
- Hans comete el error de contarle a Karl la verdad.
- Karl comete el error de ponerse en manos de Frankenstein y de pretender
tener libertad, al mismo tiempo que está en manos de Frankenstein
(asunto imposible, sea por la causa que sea).
El duelo entre belleza-fealdad es el movil esgrimido por Karl para
ponerse en manos de Frankenstein: aunque Karl posiblemente no quisiera
ser bello, se hubiese conformado con ser normal.
NOTA: creo que existe otra versión de la película con un montaje
diferente al que yo he visto, el montaje al que creo referirme es el
siguiente: Cuando Karl descubre que tiene instintos caníbales, corre
a ocultarse en el campo y se une a una caravana de gitanos, pero no
tarda en cometer un crímen en un parque. Horrorizado se refugia en las
caballerizas del padre de Margaret. La muchacha pide ayuda a Hans, pero
cuando llegan ya no está. Hans se lo cuenta a Frankenstein y juntos
van a la fiesta de la condesa, pero por el camino la policía les detiene
para que hagan el parte de un asesinato... El esquema es el siguiente:
CANIBALISMO- HUIDA CON GITANOS- CRIMEN PARQUE- CABALLERIZAS- FRANKENSTEIN
VA A FIESTA- DESCUBRIMIENTO DEL CADAVER
Mientras que el esquema del montaje de la copia que yo he visto es:
CANIBALISMO- CABALLERIZAS- CRIMEN PARQUE- FRANKENSTEIN VA A FIESTA-
DESCUBRIMIENTO DEL CADAVER
Creo que es más coherente el segundo esquema (aunque le falte la secuencia
de los gitanos), me baso en la degeneración sufrida por Karl, más lineal
en la versión que he tenido oportunidad de contemplar.
Antes de asesinar a la joven, Karl va a las caballerizas a pedir ayuda
a Margaret; en las caballerizas se podrá contemplar la degeneración
física y psicológica del propio Karl en su nuevo cuerpo. Aunque la escena
de Karl mirando al balcón donde se encuentra Margaret, no creo que corresponda
al lugar en el que se encuentra (creo que el momento correcto es justo
después de haber asesinado a la joven y antes del descubrimiento del
cadaver).
Bibliografía:
Me he basado casi exclusivamente en la estructura impuesta por Ramón
Freixas y Joan Bassa en su artículo titulado "Los Frankenstein de Terence
Fisher" aparecido en Mayo de 2000 en el Nº290 de la revista DIRIGIDO
POR... También he hojeado el libro de José María Latorre "El cine fantástico"
(pag.222-228).
|